Miércoles de Casting.

Anoche, al poco de terminar de escribir aquí, de ver un par de blogs por los que me pasé y de ver el foro que modero, me empecé a sentir mal. Verdaderamente mal. Pero mal mal. Tiritonas, dientes castañeando, frío, dolor de garganta brutal, cafalea... Me levanto de la mesa como puedo. Voy al cuerto de baño. "Se me pasará", pienso. Ni de coña. Me pongo el termómetro. 38º. joderjoderjoderquemestápasando...

Me pongo el pijama como buenamente puedo y me echo en un vaso un Cod-Efferalgan (paracetamol+codeína) y mientras se disuelve se me hacen los segundo eternos, me empiezo a marear y me empiezan a caer dos lagrimones, que hasta mi perra vino a darme con la patita a ver qué me pasaba. Brutal, hacía mucho tiempo que no me sentía así.

Me acuesto y no sé cuánto tiempo me pasé temblando hasta que me dormí. Sabrá Dios qué cifras de fiebre habré alcanzado esta noche, porque he soñado cada paranoia, que si me coge Sigmund Freud o, mismamente, Iker Jiménez, tienen conmigo para dos o tres libros.

A las ocho y media me pongo en pie. Huelga decir que me dolían hasta las pestañas. Increíble, en serio, he estado a punto de quedarme en la cama y pasar del casting. Me metí en la ducha. El agua estaba hirviendo, pero a mí me parecía fría. Entró mi madre a maquillarse y aquello parecía una sauna, así que a ver cómo de caliente estaría yo... Bromas aparte, desayuné y me terminé de arreglar como pude. A eso de las 10 estábamos saliendo de casa, pasándonos por la farmacia a pillarme algo (oh, sí, qué golfa, me automedico) y tirando para Sevilla. En el coche, mi padre lleva puesto el último disco de Manuel Carrasco. Los bajos me martilleaban la cabeza, pero conseguí escuchar alguna letra bastante buena y además, dar un par de cabezaditas con una mala postura de cuello de flipar.

Llegamos a Sevilla y nos cuesta un poco encontrar el hotel. Bastante grande y lujoso, con un centro de convenciones adosado, todo bastante lujoso y tranquilo, muy zen, con agüita, plantas, piedras... ¿Feng-Shui se llama eso? Buscamos el salón dónde se realizaba el casting, nos presentamos a la chica y mi padre dice que si puede entrar él también al casting. Nos dicen que sí, que sin problemas, pero que como yo no estaba citada hasta las 12:30, que esperásemos los dos hasta esa hora. Nos vamos a tomar algo a la cafetería del hotel. Craso error. El camarero nos trata con una mezcla de educación y displicencia bastante rara. El zumo de naranja que pedí estaba asqueroso, tuve que echar dos azucarillos para poder bebérmelo y el café de mi padre, que se lo pide tamplado-frío, está hirviendo-quemando. Además, mi padre se pide como una especie de mini-napolitana rellena de chocolate. Pedimos la cuenta. 9 euros con 70 céntimos. 9,70€. ¡9,70€! Joder, qué llevaba la napolitana, ¿oro? Flipante. Mi padre decide llevarse un periódico, según él por habernos sangrado en el bar.

Nos sentamos en unos sofás enormes y nos ponemos a leer el periódico. Cuando hago estas cosas con mi padre, me doy cuenta de lo diferente que es nuestra forma de pensar. Esperamos hasta que faltaba un cuarto de hora para entrar al casting y nos vamos de nuevo a la puerta del salón donde se iba a realizar. Había un grupo de personas que ya había hecho la prueba escrita y que escuchaban muy atentos cómo una de las aspirantes contaba entusiasmada sus peripecias en dos programas de televisión. Ella, creciéndose ante las preguntas del resto, se ufanaba de lo ganado, de lo vivido... Me pareció demasiado subida, demasiado altiva. Y no me apetecía encontrarme con ella en el casting. 

Y de hecho, no me la encontré. Entramos 8 personas. Éramos 3 mujeres y 5 hombres. La más joven, yo. Tuvimos que firmar en todas las páginas de un contrato que te dice que pueden usar tus datos, tu imagen, que no puedes desvelar cómo va a ser el casting... Luego tienes que rellenar una ficha para contar cosas sobre ti y decir en qué días y horarios te vendría bien concursar. Salimos todos para fuera, esperando que todo el mundo terminase. Luego tuvimos que volver a entrar, para la primera prueba, que era escrita. Obviamente, no voy a contar cómo es, no me quiero pillar los dedos en esto. Pero vamos, cultura general como en todos los castings. Luego, tuvimos que hacer unas dinámicas de grupo, rollo "El Método", de Marcelo Piñeyro. Estuvo muy bien, la verdad, muy ameno y que te deja expresarte y desenvolverte. La verdad es que acabe muy contenta, los otros aspirantes estaban fascinados conmigo y las chicas que hacían el casting, también. La verdad es que tengo un buen tono de voz, tengo desparpajo, tengo inteligencia y, aunque no soy Miss Mundo, iba monísima y coño, que una es guapita, ¿no? :P

Mi padre se defendió como pudo. Él no ve bien, está torpón... Es un hombre más o menos culto, ha visto y leído mucho... Pero tenemos que tener en cuenta que ha tenido varios ictus (infartos cerebrales) y que ya no tiene plenas todas sus facultades. No lo hizo mal, la verdad, pero no lo veo como candidato a que lo llamen para concursar... Aunque, igual que lo han dejado entrar sin haber llamado, están faltos de concursantes y lo llaman. Yo, de mí misma, sí que tengo un buen presentimiento y creo que no van a tardar en llamarme.

¿Qué fue de mi malestar? Pues la verdad es que el Cod-Efferalgan que me volví a tomar esta mañana y supongo que la adrenalina y los nervios que siempre se tienen en estas situaciones, me hicieron estar plena y bastante resuelta. Ahora, sólo queda esperar y ver si nos llaman a alguno de los dos.

El resto del día ha sido volver a Huelva, con el consiguiente bajón de nuevo y los dolores. Odisea para encontrar aparcamiento en la zona Antiguo Estadio a las 3 y media de la tarde, paradójicamente al gran parking que se supone están haciendo donde antes se levantaba el Estadio Colombino. He comido, he visto Saber Y Ganar y he planchado la oreja como hasta las... 7 y pico de la tarde. Luego me he puesto a hacer cosillas en el ordenador y mientras he visto Password y Pasapalabra (del que ya hice el casting el año pasado) he intentado actualizar. Con el carajazo que tengo en lo alto, me ha costado más de una hora llegar hasta aquí. Y con este resfriado, faringitis virus o lo que sea que tengo ahora, mañana empiezo los talleres de Enfermería Infantil y la asignatura optativa de Técnicas Diagnósticas y Terapéuticas. Y claro, como las sillas de la Escuela de Enfermería son taaaaaaan cómodas, mañana me veo "baldá" y muerta de sueño. Espero tener un rato por la tarde-noche cuando llegue de clase para poner a la mujer que toca este Jueves, que aún no la tengo ni pensada, pero ya se me ocurrirá.

Espero que estas entradas tostón de estos últimos días no os estén cargando mucho. No sé si me gustan más éstas o aquéllas en las que me pongo poética, metafórica, subliminal o surrealista. O subnormal. Pero es que estos días están siendo totalmente reales, naturales. No tengo tantas preocupaciones en el plano sentimental o no me da tiempo a prestarles tanta atención.

Pero Mamba Negra y Mamba Rosa (link) siguen en continuo refluír y no descarto volver un día con una entrada que nadie entienda.