Los jueves, mujeres. 5: Ácido AcetilSalicílico.

No, no se me ha ido la cabeza. Aunque... no sé yo, eh... Porque las cosas que me pasan, no son para menos.

Hoy os quiero presentar a una mujer que me encanta. Ella se llama

Ácido AcetilSalicílico (AAS).

La conocía de hacía un tiempo, pero no llegué a probarla hasta hace cosa de un año. Hablo de ella en femenino algunas veces, pues su forma más conocida es la Aspirina de Bayer. Como buen antiinflamatorio no esteroideo, (o AINE para los que manejamos la terminología farmacológica aunque luego suspendamos) el AAS te da una sensación de bienestar cuando inicia sus efectos. Te libera de dolores, te baja la inflamación, te quita la fiebre y te "diluye" la sangre (actúa como antiagregante plaquetario).

Como todo medicamento, el AAS tiene efectos secundarios que no son deseables. Favorece la aparición de úlceras gástricas y de hemorragias, así como ototoxicidad y fallo renal agudo.

Al ver que a todo el mundo le hacía tanto bien el AAS, quise probarlo. Pero no conté con que de pequeña me provocó reacción alérgica y seguí tonteando con ella, sin pensar en las consecuencias. Y aunque ahora sólo me limite a ver cómo otros tienen relaciones normales con ella, sin reacción alérgica alguna, los efectos secundarios y el shock anafiláctico no han acabado. Las úlceras cardiacas, alojadas en cada resquicio de mi corazón por el que ella pasó, no son capaces de cerrar. Las hemorragias lagrimales se producen por su rechazo. Los vómitos de palabras y sueños rotos son constantes, irritando cada centímetro de mi esófago y destrozando mis conexiones neuronales. Los riñones me duelen de no dormir por estar cada minuto pensando en ella, por necesitarla. La vasodilatación periférica hace que mis miembros estén siempre calientes y mi corazón helado. El cierre de mi tráquea y los broncoespasmos me quitan poco a poco la vida...

¿Es curioso, verdad? Cómo algo puede hacerte tanto daño si lo tomas o lo dejas, si lo tienes o lo necesitas, si lo quieres, si lo deseas, pero te lo niegan. Hoy he vuelto a tener cerca mi dosis necesaria de AAS. Y como viene haciendo desde que me declaré adicta a ella, ha pasado de largo, me ha negado unos gramitos de su sustancia, mi bien más preciado y me ha hundido de nuevo en la mierda, en el dolor...

En

el

síndrome

de

abstinencia.

Y duele.

Y lloro.

Y sufro.

Y por mucho que me digan, el mono hay que pasarlo. Y hay que tenerlo para poder entenderlo. Así que dejadme en paz con mis paranoias y, si queréis ayudarme, no lo intentéis por la vía de "pasa de ella" y probad cosas como prestarme un poco de atención, sacarme a que me de el aire y escucharme y atenderme cuando yo os diga que lo necesito.

No espero que entendáis mucho de la actualización de hoy, la verdad. Pero necesitaba hacer esto, me apetecía tanto y estaba tan inspirada, que me ha salido todo fluído. Sin más, decir que mañana grabo el programa al que me presenté para el casting ayer. Sí, ya me han llamado. Así que puede que esté ausente hasta el sábado. Ya contaré que tal la experiencia. Y puede que os venga contando que he conocido a la potente Pilar Rubio.

Un beso.