Deshacer el nudo de tus piernas
con las mías
es sencillo cuando ya han sido
aprendidas
todas las posturas
- y todas es un triste pero
cierto sinónimo de pocas
en este cuarto invierno castigada
sin el refugio que un día quise
construirme en tus costillas.
Mis manos se pierden en el frío
si les cambias las reglas del
juego,
de tan acostumbradas
a la rigidez férrea de buscar
algo a lo que anclarse cada noche
y sólo encontrarse la una a la
otra
por los pliegues de mi cama.
Y tengo que volver a recordar
cómo se hacía eso
de no dormir imaginando que me
abrazas
y me busco otro cuerpo,
aunque sea inventado,
al que acoplar su respiración en
mi nuca
antes del último pestañeo.
No te pido que entiendas que
a pesar de haber perdido los
derechos
me sigo atribuyendo la autoría
de todos los suspiros
de todas las mañanas de lluvia en
tus ojos
porque sé a ciencia cierta que no
has dejado de pensar
que nos ha faltado la oportunidad
y nos han sobrado
a cientos
los kilómetros.
Perdona si me hago un lío
y te confundo
y te tuteo
pero han sido muchas las mareas
que han pasado
por la playa en la que nos
perdimos el respeto
y tengo que pedirte que me
devuelvas
uno a uno
los sueños que iban envueltos en
lo mejor de este ser
que se ha quedado, como siempre,
a las puertas del cielo.
Ese cielo que es el mismo que
miramos cada día,
puede que hasta al mismo tiempo,
como cuando te metías en mi
cabeza y eras
capaz de revolverme la melena y
volver locas
a las mariposas que antes se
arremolinaban
a la altura del diafragma
y que ahora, después de
alimentarlas tanto tiempo,
han decidido marcharse al refugio
de otra amante
que todavía conserve intacta la
capacidad de erizarse
con el hecho de pensar que un
día,
en lugar de estar aquí
escribiendo borradores virtuales,
estaría susurrándote al oído
las múltiples combinaciones
posibles para besarte
uno a uno los lunares y tener
para dos o tres vidas más contigo.
Y ahora sacúdete el sueño de los
párpados y avísame,
porque si nada de esto te ha
rozado
-en las yemas de los dedos
o detrás de las rodillas-
sabré que esta habrá de ser la
última declaración
de guerra que te escriba.
Estela R. G.
11 de
Noviembre de 2013
Besos con marca.