"Soy una abierta ventana que escucha,
por donde ver tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja a la sombra vencida."
Extracto de Eterna Sombra,
poema de Cancionero y Romancero de Ausencias.
Miguel Hernández.
El jarro de agua fría un día de calor, que no sabes si te corta el cuerpo o te refresca. El bofetón a tiempo que, aunque duele, te saca del estupor. La súbita luz, que primero te ciega y luego te muestra todo lo que tienes por delante. En una obra eminentemente oscura, dolorosa y pesimista, te encuentras, de pronto, este maravilloso, luminoso, esperanzador final. Noches y noches acompañada de los pesares de Hernández, que te hace reflexionar en pasado, presente y futuro. Y cuando vas a terminar el libro... ¡Zas! Un golpe de positividad. Tengo varios poemas marcados, todos desgarradores, pero en los tiempos que corren en los que las noticias negativas son más abundantes que las alentadoras, quería compartir con quienes me leen estos versos finales del poema Eterna Sombra, muy apesadumabrado también, aunque con estos cuatro versos finales que cierran de la mejor forma la obra del de Orihuela.
Llevaba un par de noches con el libro al lado mientras leía feeds y hacía cosillas en el portátil, con las ganas de escribiros algo desde que me terminé Cancionero y Romancero de Ausencias. Un sentimiento raro, como de querer comunicar algo pero no saber el qué o el cómo. Como este sentimiento que se me ha instalado, entre el pecho y la cabeza, no está muy claro dónde, pero que ahí está.
Y hoy al fin, después de varios días, he decido dar un giro positivo a la entrada y hablar de otra cosa: de la lucha. Porque me he dado cuenta de que la vida, mi vida ahora, es una lucha constante. Trabajar para conseguir lo que se quiere, batirse contra uno mismo, contra los miedos propios. Marcarse un objetivo claro e ir a por él, cosa que desde que terminé la carrera aún no había hecho (bueno, estaba el máster, que era una opción clara y estaba casi conseguida, pero falló el factor económico, así que no se completó).
En ello ando, tarde a tarde, contra el sueño que entra después de comer, contra los días en los que se avanza menos en el temario, las materias más feas y difíciles de digerir... Contra los que me preguntan con qué academia me lo estoy preparando y tienen reacciones raras cuando contesto que con ninguna, que por mi cuenta, con un buen temario y una buena rutina. Luchar es ir a por la plaza aún sabiendo que en la última convocatoria, la relación plaza/personas era de 1/19. Diecinueve personas luchado por cada una de las plazas... En términos generales, claro, porque sabemos que hay especialidades y destinos mucho más deseados que otros...
Luchar también es meterme entre pecho y espalda 640 kilómetros en un sólo día para ir a otra ciudad a hacer una entrevista de trabajo, acompañada sólo por mis ilusiones y por una buena amiga que me hizo el viaje más ameno y calmó mis nervios. Entrevista para entrar en una bolsa de trabajo, ojo, ya ni siquiera para un puesto directo... Pero que después de haber pasado una criba de 4000 personas y estar entre las 500 mejores, había que ir a intentarlo, a dar lo mejor de mí y a dejar una nueva puerta (o ventana al mediterráneo) abierta.
Otra forma de luchar es salir a la calle a defender tus derechos. Y en mi ciudad, Huelva, eso hace mucha falta. Por eso, sin "Día del Orgullo" como tal ni cabalgatas rimbombantes, tendremos una modesta manifestación este miércoles día 26 de junio, que partirá a las 20:00 desde la Plaza Quintero Báez (más conocida como "La Palmera"). El motivo de este año es "Educación Igualitaria: por unas aulas libres de homofobia" y me parece de lo más importante. Tenemos que formar a personas tolerantes, abiertas, que sepan apreciar la diversidad y convivir en paz con ella. No atacar lo diferente por desconocido, por inusual, por arcaicos prejuicios que se transmiten sin pensar en cómo afectarán a las futuras generaciones. Os dejo el cartel, haréis feliz a un gatito si lo compartís en las redes sociales...
Llevaba un par de noches con el libro al lado mientras leía feeds y hacía cosillas en el portátil, con las ganas de escribiros algo desde que me terminé Cancionero y Romancero de Ausencias. Un sentimiento raro, como de querer comunicar algo pero no saber el qué o el cómo. Como este sentimiento que se me ha instalado, entre el pecho y la cabeza, no está muy claro dónde, pero que ahí está.
Y hoy al fin, después de varios días, he decido dar un giro positivo a la entrada y hablar de otra cosa: de la lucha. Porque me he dado cuenta de que la vida, mi vida ahora, es una lucha constante. Trabajar para conseguir lo que se quiere, batirse contra uno mismo, contra los miedos propios. Marcarse un objetivo claro e ir a por él, cosa que desde que terminé la carrera aún no había hecho (bueno, estaba el máster, que era una opción clara y estaba casi conseguida, pero falló el factor económico, así que no se completó).
En ello ando, tarde a tarde, contra el sueño que entra después de comer, contra los días en los que se avanza menos en el temario, las materias más feas y difíciles de digerir... Contra los que me preguntan con qué academia me lo estoy preparando y tienen reacciones raras cuando contesto que con ninguna, que por mi cuenta, con un buen temario y una buena rutina. Luchar es ir a por la plaza aún sabiendo que en la última convocatoria, la relación plaza/personas era de 1/19. Diecinueve personas luchado por cada una de las plazas... En términos generales, claro, porque sabemos que hay especialidades y destinos mucho más deseados que otros...
(CHARE de Benalmádena,
¿mi futuro centro de trabajo?)
Besos con marca.