Dos y diez de la mañana. Me acabo de hacer un colacao calentito calentito y con muchas cucharadas. Un capricho que me ha apetecido hoy. Las manos se me ponen también calentitas y me encanta. Me encanta ese doble o triple efecto de un gesto tan simple y tan reconfortante. Tomarte algo que te gusta y que además te pone calentita por dentro y por fuera.
Me pongo de nuevo y os pongo a vosotr@s este vídeo de La Chiado que tanto me ha gustado. Obviad el pareado, le he estado dando vueltas pero todos los participios rimaban.
Y me reafirmo un poco más eso que he tenido que descubrir a base de palos, de fracasos, de caer en lo más bajo. Que tengo que quererme. Que tengo que mimarme, que pasar más tiempo conmigo. Cuidarme, pensar en mí, en mi presente. Que sólo yo puedo labrarme mi futuro. Que tengo que retomar las riendas de mi vida, ese control que perdí allá por dos mil siete.
Me echaba de menos. Mucho. Y es que quizá me he estado centrando mucho tiempo en querer más a otros. En querer agradar a los demás. En no defraudar a quienes me rodeaban... Y no me he dado cuenta hasta ahora que lo primero siempre tengo que ser yo. Que la primera a la que tengo que querer es a mí misma, para que luego me puedan querer los demás. Que si me subestimo y me defraudo, no puedo estar al cien por cien ni para mí ni para nadie más. Que quererse no es ser egoísta sino todo lo contrario. Que tengo que estar bien conmigo misma para poder estar bien con y para los demás.
Y que nadie, nadie en el mundo, me va a querer como yo.
Porque soy la mujer de mi vida.
Porque soy la mujer de mi vida.
Besos con marca.