Gracias por la buena acogida de la entrada anterior y por haberme abierto una parte de vuestros corazoncitos, ideas y sentimientos. Algunas me habéis preguntado por mis ideas al respecto, pues es cierto que en el post previo sólo dije que me gustaría ser madre, pero no mi opinión sobre las mismas cuestiones que os planteaba a vosotras. Pues bien, vayamos por partes entonces.
Está claro ya que me gustaría ser madre. Por mí, lo sería ahora mismo y no lo sería todavía. ¿Bipolaridades mías? No, todo tiene su explicación. Igual os parece raro, pero yo me siento preparada emocionalmente para tener un hijo, cuidarlo y educarlo. Pero no se trata sólo de eso. Tener un hijo supone no sólo estar preparada física y psicológicamente, sino que también hay que estarlo económicamente y eso, de momento, me falla. No traería un hijo al mundo sin saber, en mayor o menor medida, si podría encargarme económicamente de él. ¿Qué necesitaría? Pues un trabajo más o menos estable y supongo que una persona que me apoye. Digo supongo porque creo que también sería capaz de ser madre soltera, pero creo que sería la última opción. Siempre he pensado que con 28 años me gustaría tener al menos un hijo, pero a cuatro años de tener esa edad, cada vez lo veo más difícil.
No voy a entrar en el tema económico respecto a la inseminación, las muestras de semen, las consultas... No por nada, sino porque no dispongo de la documentación necesaria como para meterme en profundidad en ese tema, pero si tengo tiempo y puedo acceder a esa información, intentaré hablar más adelante sobre ello.
Nos plantamos entonces en la elección de la forma de tener hijos. Adoptar es algo que siempre me ha parecido bonito e importante porque pienso que no estoy en situación de hacer grandes cosas por la humanidad y lo veo de la siguiente forma: No puedo detener el cambio climático pero puedo coger menos el coche, reutilizar y reciclar todo lo que esté a mi alcance e intentar también consumir menos. No puedo detener la pobreza en el mundo, pero puedo hacer pequeñas cosas por la gente de mi entorno que lo pasa mal, colaborar con asociaciones y, en el caso que nos ocupa, adoptar. Pensar que puedo hacer feliz a un niño que por determinadas circunstancias no tiene una familia que lo cuide me pone el corazón contento. No me importaría su procedencia, su aspecto o su edad, lo querría como si fuera mío y se pareciese mucho a mí. Aunque sí es verdad lo que comentaba en la entrada anterior La Macarra, que adoptar a niños a partir de cierta edad puede acarrearles consecuencias psicológicas y sociológicas y eso hay que tenerlo muy en cuenta.
Lo que sí es cierto es que me gustaría experimentar el embarazo y que mi primer hijo fuese biológico antes que adoptado. Creo que tengo un cuerpo perfectamente preparado para concebir y un instinto maternal muy desarrollado como para desaprovecharlo, además de muchas ganas de saber qué se siente durante todo el proceso, saber que albergo en mi interior una nueva vida, pasar por el trance de parir y ver luego que ese ser pequeñito que se ha gestado dentro de mí va creciendo. Es aquí cuando se plantean dos cuestiones: ¿Mis óvulos o los suyos? y el tema del esperma.
El método ROPA (Recepción de Óvulos de la PAreja) te permite recibir óvulos de tu pareja inseminados previamente con el esperma de un donante anónimo para que aniden en tu útero. Hay mucha controversia con este procedimiento, ya que los más conservadores (o cabrones, diría yo) argumentan que sería una donación y que, al no ser anónima, estaría prohibida en España. Pero con la igualdad conseguida con el matrimonio mal llamado homosexual, el método se consideraría una cesión, una combinación de gametos sexuales al igual que ocurriría en un matrimonio heterosexual y ya hay parejas de lesbianas que se han quedado embarazadas mediante el ROPA.
¿Me acogería a este método? Sin lugar a dudas. Siempre he pensado en él, aún cuando no sabía ni que se podía llevar a cabo. Me parece la forma más cercana de que el bebé sea de ambas. Que ya lo va a ser, porque si una pareja decide dar este paso es porque se aman y porque van a querer a ese pequeñín más que a nada en el mundo. Pero me negaréis que es una forma preciosa de tener un hijo de tu pareja, siendo ésta mujer. Es que lo pienso y me emociono, en serio.
Tampoco tendría problemas en que primero se quedase embarazada una de las dos y después la otra, pero a lo que no estaría dispuesta es a que ella los tuviera todos porque entonces supondría que yo no viviría ese proceso en mis propias carnes y eso me pondría muy muy triste. Si yo fuese estéril me daría un chungo, en serio, chica iba a ser la factura del psiquiatra... Y bueno, respecto al número de hijos lo tengo claro. Mínimo dos. No quiero criar un hijo único, quiero tener al menos una parejita, independientemente de su sexo, que compartan cosas, que se quieran, que se peleen, que se enseñen y que, cuando en un futuro sus mamás no estemos en el mundo, se tengan el uno a otro para apoyarse y protegerse.
Pasamos entonces a uno de los puntos más complicados de la odisea de ser mamás siendo lesbianas: el semen. Hay a quienes les parece increíble que estando en el siglo XXI esto sea tan complicado, pero es lo que hay, la raza humana está hecha para que en la reproducción tengan que intervenir ambos sexos, con diferentes cargas genéticas y, aunque no lo parezca, esto es importante y necesario. Partimos de que, según lo que conocemos hasta el momento, dos óvulos no se pueden unir y dar lugar a una nueva vida. La verdad es que mi mente científica no descarta que, en un futuro y con alguna manipulación, se pueda llevar a cabo una fecundación óvulo-óvulo ya que, si lo pensamos, las mujeres aunque tenemos sólo cromosomas X, dos de ellos podrían dar lugar a otra hembra igual que cuando el hombre aporta el X y la mujer el otro X. Pero ahí estaría también la pega de poder reproducirse dos mujeres juntas y es que los bebés siempre serían niñas. El tema de la
reproducción asexual sería aún más arriesgado. ¿Por qué? Porque de darse, la descendencia sería genéticamente igual a la madre, serían todo hembras también y los fallos genéticos que portase la madre, y que a veces se evitan en la combinación hombre-mujer o en la selección natural de los individuos más adaptados, se irían repitiendo infinitamente en las generaciones venideras.
Dicho esto, no queda otra que encontrar la parte masculina necesaria en todo esto. Aquí en España, la única opción posible es ir a un banco de semen y solicitarlo de un donante anónimo. Bueno, también te puedes tirar a cualquiera, conocido o no, y quedarte preñada, pero estamos hablando en todo momento de seguir el procedimiento correcto. No hay posibilidad de conocer al donante (en ningún caso lo llamaremos padre, ya que padres son los que crían, cuidan y aman, no los que aportan la semilla) ni de elegir tú misma sus características. Lo que sí estoy leyendo ahora mismo es que la clínica que vaya a encargarse de la inseminación, recibe una lista de donantes que son idóneos primero biológicamente (grupo sanguíneo, exención de enfermedades...). Luego, si la pareja no dice nada, eligen a un donante que se parezca físicamente, es decir, que tengan un fenotipo (expresión de los rasgos genéticos) parecido al de las madres. Para ello, antes de la selección, se rellena un formulario con información como el peso, la altura, color de pelo y ojos, la raza... Si por el contrario quieres que el donante tenga otras características, puedes señalarlas en dicho formulario. Lo que no se puede elegir es el sexo que tendrá el bebé, salvo en casos médicos en los que sea necesario para curar a un hijo anterior o evitar una enfermedad propia de uno de los sexos.
Puestas a escoger, yo elegiría un donante de estatura media, ya que yo aportaría lo suficiente para que los niños fueran bajitos.... xD Me gustaría también que tuviese rasgos rubios, ya que yo de pequeña era rubita y aún me sale el pelo clarito al principio. Me encantaría tener niños rubios, pero sin embargo los ojos no me importan mucho, porque más que el color, me gusta la forma de mirar de la gente. Aunque lo que se suele decir en estos casos, suene o no manido, es la pura verdad: Con tener niños sanos y poderles dar todo lo necesario para que sean felices y tengan unos buenos valores, tengo suficiente.
¿Qué pasaría de poder optar a elegir semen de un conocido o, como en el caso de Cori y Kacy de The Real L Word, dar con una clínica en la que si quieres te ponen en contacto con el donate? Pues no me gustaría que el esperma fuera de un amigo o conocido ni tener contacto futuro ni yo ni mis hijos con el donante. Seamos realistas. Ese tío que ha eyaculado en un bote no tiene por qué tener nada que ver conmigo ni con mi familia y educaría a mis hijos de forma que supieran perfectamente que sus progenitores somos mi pareja y yo, para que no tengan la necesidad de buscar nada y para que no se sientan incompletos.
Por una parte, sería difícil y raro explicarle a un niño, en el caso de que el semen fuese de un conocido, que ese señor ha puesto sus genes para concebirlo, pero que no tiene nada más que ver con él. También sería complicado hacer que un hombre con el que tienes relación se quede frío y no sienta nada al ver a un bebé en el que sabe que ha tomado partido de alguna forma. Supongo que habrá gente que sí será capaz de hacerlo y que, con un buen contrato legal por delante, eviten cualquier problema en cuanto a derechos y deberes del donante.
La opción última y algo descabellada sería practicar sexo sin protección con cualquier tío que se te ocurriese, con lo que eso conlleva. No saber si es portador de alguna enfermedad de transmisión sexual que te pueda contagiar en el momento o si en su familia hay antecedentes de otro tipo de enfermedades que luego pudieran dar la cara en el futuro. Luego, estaría la cosa de quedarse embarazada a la primera y no tener que repetir, que ya sería buena suerte, por no entrar en el tema de que tu pareja no creo que tuviera mucha opción de participar y el excitarse o no con un tío si los hombres no te ponen. No sé si sería yo capaz de hacer esta locura en el momento oportuno, pero ahora lo pienso fríamente y creo llegado el momento sería capaz de usar a un tío para eso y no volver a saber nada más de él.
En fin, así están las cosas y así se las hemos contado. Esta es mi particular visión de la maternidad con alguna que otra información biológica que aún recuerdo de cuando era una chica de provecho y estudiaba y esas cosas. ¿Qué os parece? ¿Estoy totalmente colgada y no tengo remedio ya? ¿O compartís alguna conmigo estas ideas maternales? Hasta yo misma entiendo ahora, después de hacer esta entrada y profundizar en mis ideas, el por qué me gustaría llegar a ser matrona.
(Vaya tochazo que me he marcado, escribe placenta previa en tu comentario si has llegado hasta el final).
Espero que paséis un buen finde.
Yo me voy a la ducha, a cenar y a ¡¡¡COLOMBINAS!!!
Besos con marca.