Yo te busco,
en el mundo que me ahoga,
que me abraza y que me olvida,
en la prisa de la gente,
a la vuelta de la esquina.
Y tú te escapas
como el pez de las orillas,
como el día de la noche:
siempre cerca y no se miran,
nunca se miran...
Y yo quisiera,
encontrarnos cara a cara,
retomar desde la herida,
atrevernos desde cero,
sin reservas ni mentiras.
Y entregarse sin temores,
a la luz de un nuevo día,
siempre en busca de ilusiones
por la huella de la vida.
Y me enfrento por las noches
a una cama muy vacía
y la lleno con historias,
aventuras y malicias.
Luego viene tu recuerdo
y su canción de despedida
y me encuentro noche a noche
en el punto de partida,
en el punto de partida...
La mañana me despierta
y desayuno un nuevo día
y lo pinto de colores
por si vuelves vida mía.
Y me disfrazo de poeta,
de juglar de Andalucía
y te busco por las calles,
y la gente ni me mira...
Y de nuevo por las noches
esta cama tan vacía,
que la lleno con historias,
aventuras y malicias.
Luego viene tu recuerdo
y su canción de despedida
y me encuentro noche a noche
en el punto de partida...
Cada noche yo me encuentro en este punto...
de partida.
Rocio Jurado - El Punto De Partida
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Habré escuchado esta canción millones de veces en mi puta vida. Pero ninguna como hoy. Y no es porque sea fan de la trunfita que la ha cantado (que por cierto, estaba nominada y se ha ido). Es porque lo que tengo dentro, a veces tiene que salir pa'fuera. Unos, lo echan en forma de peo, todo es aceptable, allá cada uno con sus gases (vale, soy una escatológica de la muerte).
Yo hoy lo tenía que echar en forma de llanto. Es la forma de desahogo a la que más recurro, junto a la masturbación. Y la canción ha sido la chispa que ha encendido la mecha.
Estoy fatal. Por todo. Pero esa canción me hace recordar mi fatalidad en el amor. Y mañana la veré, seguro. Y no sé lo que va a pasar y yo no puedo ya con la incertidumbre, yo me muero, yo no estoy bien… Yo necesito hartarme de llorar, yo necesito verla, hablar con ella o yo qué sé… Yo necesito que acabe este periodo, no estaba preparada como creía, mi tensión no está bien, mi cabeza no lo está tampoco… No sé, me falta algo, algo que cuando lo tenga, sabré que está ahí y que ya no me falta, pero que no me atrevo a enumerar o a ponerle nombre y apellidos, a delimitarlo.
NO PUEDO MÁS.
Llevo demasiado tiempo pasándolo mal, sin alegrías que me duren, de ésas que están ahí cuando te levantas y te acuestas, cuando vas en el autobús a la facultad, cuando suena el teléfono. De esas que te acompañan en la ducha, en la comida. En el sitio que estés, a la hora que sea. Esa felicidad que te llena por dentro y te sale por todos los poros. Que se contagia a la gente cuando les sonríes, cuando les tocas. Que te cosquillea la barriga o altera el ritmo cardíaco. Que te hace suspirar, jadear… Que no sé ni como la estoy describiendo, que quizás es como yo me la imagino y no existe como tal.
Pero quiero tenerla a mi manera, como yo la veo. Lo necesito. Necesito una tregua. Y la necesito ya porque no sé cuánto voy a poder aguantar.