5 de junio de 2013

Del otro lado de la vida.

La realidad suele ser polifacética. Poliédrica, con muchas aristas, unas más afiladas que otras. Hay fronteras, mejor o peor definidas según el caso. Entre ellas, hay situaciones en las que sólo hay dos bandos, dos posturas claras, marcadas y con características propias en las que, normalmente, nos situamos a uno u otro lado de forma casi permanente durante toda nuestra vida, sea por convicción, suerte, sorteo, herencia, arrastre o desastre. Pero es ese casi de la frase anterior el que a veces nos permite colocarnos, reversible o irreversiblemente, al otro lado de la vida.

Yo por ejemplo, y como experiencia más reciente, he podido vivir un programa de televisión desde el sofá de mi casa y desde el plató. Ni punto de comparación como podréis imaginar. En casa somos todos unos lumbreras. Catedráticos de camilla y sobremesa. Sin nervios, sin cámaras, sin pensar en los millones de ojos que te estarán mirando en ese instante en el que tu imagen aparece en pantalla. Y aunque en la tele tot és mentida, lo que no es falso es el remolino de sensaciones que se forma en ti cuando entras al estudio a grabar (no me quiero imaginar lo que tiene que ser hacer un directo...). Los focos dándote en la cara, sacando lo mejor y lo peor de tu anatomía. La soltura de los profesionales frente a tu torpeza mezclada con tu ilusión. La ansiedad de saber que ya no sólo estás jugándote ser el mejor de tu casa, sino que hay dinero y dignidad en juego y que tu abuela, tu madre y tu gata no son las únicas que te van a juzgar porque, en el momento en el que tu persona "se hace pública", todo el mundo siente la imperiosa necesidad de darte su imprescindible y maravillosa opinión. Si no se ha notado la ironía final, ya os la resalto yo.

Otra vivencia en la que he traspasado las lindes establecidas es la de ser paciente y ser enfermera, esta vez por profesión. Creo que el haber estado ingresada (una sola vez hasta el momento, gracias a Buda) ha sido una de las peores cosas que he vivido, ya no sólo por el hecho de padecer una dolencia (sordera súbita en mi caso), sino por todo lo que ello implica: angustia, claustrofobia, sentirse apartado de la vida corriente, etcétera. Y creo que me ha hecho comprender, mucho más que la práctica clínica, la dimensión humana de lo que los enfermos necesitan en general y sin tener en cuenta las particularidades de cada individuo. He podido saborear la amargura de la comida insípida para hipertensos y de que no te miren a la cara cuando vienen a tomarte la temperatura varias veces al día. Pero también el estrés de tener que hacer veinte electrocardiogramas antes de la visita del médico y que las chuponas no se peguen en ese pecholobo que tienes delante, haciendo que la máquina marque error y que te tiene, como si jugases al Twister o probases esa postura sexual tan placentera que han recomendado en la Cosmopolitan del mes pasado, con una mano sujetando electrodos, con la otra pulsando botones, intentando que la piernas no se enreden en ningún cable y que uno de tus turgentes pechos no roce al caballero de poblado torso, que sonríe cuando le dices que no se mueva, aguantando la carcajada de tener que ver semejante espectáculo de coordinación, flexibilidad y decoro. Y profesionalidad, eso ante todo, que no se quede ningún electro rutinario sin adornar el historial del paciente...

También he sentido lo que supone estar enamorada de alguien y que no te corresponda, mucho mejor para mí que saber que alguien te quiere y que no es mutuo. No, ni estoy loca ni he estado bebiendo. Cuando quieres a alguien que no siente lo mismo por ti lo pasas mal, está claro. Y mira que yo he estado mucho más en el lado del que ama que en el del que es amado pero, para mi gusto, la presión es mucho mayor cuando la situación es la contraria. Nunca sé cómo actuar cuando alguien me dice lo que siente por mí y yo no le voy a responder con algo similar. No sé si por falta de costumbre o por qué razón, me siento más vulnerable cuando no soy yo la que se abre y lo paso fatal en el momento en el que tengo que darle el palo a quien sea. Me pregunto siempre "¿Por qué yo? ¿Por qué se ha fijado en mí, si soy una niñatilla sin más? ¿Le habré dado pie a algo?". Y ya me empiezo a cuestionar hasta mi propio comportamiento, cuando simplemente cada persona tiene sus gustos y, al igual que yo me enamoro normalmente de señoras que no me hacen ni puto caso, hay personas que se pueden fijar, encaprichar y hasta enamorar de mí. Por mucho que (me) cueste creerlo. Esto me ha hecho ser más conservadora a la hora de mostrar mis sentimientos y ya no me declaro a la mínima de cambio, sino que espero hasta ver alguna señal (aunque mi historia con las señales no es que sea tampoco muy adecuada...) que me indique que la piscina no está del todo vacía, que al menos se puede chapotear y juguetear un poco, salpicar aunque luego mi autoestima quede a la altura del pepino. Ya no me suelo romper la crisma lanzándome de cabeza sin mirar primero si hay algo que me vaya a amortiguar el golpe, aunque esto reste naturalidad y espontaneidad al momento (qué le vamos a hacer, quizá sea también porque no ha vuelto a aparecer nadie en mi vida que me haya devuelto la impulsividad...).

Lo que quería contar con esta entrada, más o menos, era que la posibilidad de estar al otro lado de la vida te hace ser, quizá, más empático con el prójimo. Ser más consciente de lo que tus acciones pueden causar en los demás, ser una persona más cauta, tener más tacto... Esto no significa que, a raíz de tener este blog, el Twitter y demás y dejar una ventana abierta por la que observar y opinar de mi vida a un público mayor o menor, mi vena de stalker se vaya a apaciguar... Así que si alguien tiene el teléfono de Toñi Moreno, que por favor me lo pase, que la voy a intentar seducir hasta que se case conmigo o hasta que me ponga una orden de alejamiento.

Besos con marca.

(PD: Empiezo esta entrada mientras hago el trayecto Barcelona-Sevilla en avión y lo termino días después tras darle muchas vueltas. Al final ha quedado así, supongo que porque así tiene que ser. Habrá quien diga que no tengo que daros explicaciones de lo que escribo o cómo lo escribo, pero me gusta relacionarme con quienes me leéis y cuidaros. Gracias por estar ahí siempre, por preocuparos por mis ausencias y por hacer que este rinconcito siga, a su ritmo, siempre en marcha.)

19 de mayo de 2013

No estaba muerta, que estaba de parranda...

Os tenía abandonados y abandonadas, lo sé. ¿Razones? Por un lado, falta total de inspiración. Lo único que he escrito en estos días ha sido un poema que aún no os puedo enseñar porque está a la espera de ser publicado en la sección de inéditos de una revista online. Por otro, estuve terminando por fin el libro y el examen final del curso de "Mujer y Salud" que estaba haciendo. Apta con noventa y nueve preguntas bien de cien que tenía el cuestionario, así que muy contenta. Si con el que estuve haciendo a finales del año pasado sobre Farma no cubría la parte de formación del baremo del SAS, con éste ya lo cubro, con lo que ya me puedo relajar un poco en ese ámbito durante un tiempo. ¿Qué implica eso? Que me puedo dedicar al temario EIR plenamente y eso es lo que he empezado a hacer esta semana.


Pero antes de empezar a estudiar todas las tardes, también hubo tiempo para el relax y las celebraciones. Estuve en un conciertazo de Supersubmarina a finales de abril en el que disfruté como una enana, grité, canté, salté, lloré... Increíble. Tienen un directo que merece la pena vivir y luego bajaron a saludar y hacerse fotos con la gente. Un placer, de verdad. El blog cumplió seis años el 3 de mayo. Estuve a punto de escribir, pero con cada comentario que me dejáis, ya sea aquí o en Twitter y que os respondo, os doy las gracias. Me seguís dando ganas de escribir y de volver, así que decir cualquier otra cosa sería repetirse. También fue mi cumpleaños el día 8. 26 añitos que me han caído ya, quién lo diría... Porque no los aparento, ¿verdad? ¿VERDAD? *cof, cof* *se recompone* Empecé a celebrarlo desde por la mañana, que la pasé en el instituto donde estudié desayunando con una antigua profe con la que me llevo genial y ya fuimos encadenando charla, proyectos, recuerdos y confesiones hasta que tuvo que dar una clase. Merendé en casa con la familia una tarta de chocolate que duró no se cuántos días y me fui a cenar con mi grupo de bollis. Nos encontramos con unos colegas, juntamos mesas, nos fuimos juntos de marcha un miércoles, cantamos copla y sevillanas por la calle, me cantaron el cumpleaños feliz no sé cuántas veces acompañados por todos los de los bares donde íbamos... En fin, que yo decía que el miércoles era un día feo para cumplir años y al final fue genial. Pero la cosa no quedó ahí, porque con pocos días de diferencia dos de mis amigas también cumplían años, así que el sábado 11 nos pegamos una barbacoa de escándalo en Mazagón, con un tiempo envidiable, una compañía estupenda, guitarreo, risas, acabar con la primera nariz rojita de la temporada... No me puedo quejar.


En esta ausencia también he tenido dos buenas noticias. Por un lado mi madre, que se quedó en paro, ha vuelto a trabajar en el último puesto en el que estuvo, lo que supone que vuelvo a ser ama de casa a tiempo parcial, pero una inyección importante a la maltrecha economía de mi casa. Y por otro, salieron las listas de aprobados y suspensos de la prueba de selección que fui a hacer el Domingo de Ramos a Málaga para la Agencia Sanitaria Costa del Sol. Si estamos en la parte de buenas noticias, ya os podéis imaginar que he aprobado. Me alegré mucho, la verdad. De cuatro mil personas estoy más o menos entre los cuatrocientos primeros, lo cual es un subidón de autoestima y un aliciente para seguir adelante. Ahora tienen que ir llamando por orden alfabético para volver a Málaga a hacer una entrevista, así que siendo de la R aún me quedará esperar un poco más... Pero este logro no me lo quita nadie y buena falta me hacía una noticia así que me diera un poquito de gas (reina de mis miedos, dime la verdad).


Tengo, además, otra buena noticia que muchos ya han podido compartir conmigo. Y es que hace unos meses Rogue de Lesbicanarias, me ofreció participar en una sección en la que le dan voz a otras bloggers y acepté sin pensármelo. Y el 16 de este mes han retomado la sección y me han dado la sorpresa de incluirme en la primera hornada (humor) de colaboraciones. Os dejo el enlace para que podáis leerlo y conocerme un poquito más.




Así que, como veis, no estaba muerta. Aunque la alergia se haya empeñado en dejarme K.O. estos últimos días, que vaya tela cómo estoy mientras os escribo... Pero tengo ideas y tenía ganas de volver, así que aquí me tenéis de nuevo y en breve prometo volver a pasarme por vuestros rinconcitos, a leeros y dejaros comentarios.

Se os quiere.
Besos con marca.

26 de abril de 2013

26 de Abril. Día de mi suicidio blogger.


Yo no soy una persona de quedarse con las fechas señaladas a no ser que sean cosas muy características. A mediodía me han recordado por Twitter, a modo de avalancha de tweets superchupiguays de lo que mola ser bollera y todo eso, que hoy es el día de la visibilidad lésbica. Y aquí vengo yo a exponer mi humilde opinión sobre el tema, que para eso es mi blog y me lo follo como quiero, aunque después de esto me lluevan los tan temidos unfollows. Además tengo la boca y las teclas muy calentitas después de las imágenes promocionales del programa Sálvame para (creo) esta noche y de ciertas declaraciones de cierto personaje ¿lésbico? del panorama español hace un par de semanas en dicho programa, tema del que hablaré al final. Valor y al toro:

No voy a entrar en si es necesario luchar por nuestros derechos o no (está claro que siempre que haya una situación de desigualdad de cualquier tipo lo es) o en si ser lesbiana es algo más que una orientación sexual y forma parte también de un ser político o un ente social. No por nada, sino porque cada una es libre de hacer con su cuerpo y sus circunstancias lo que desee y yo voy a ser la primera que se va a levantar frente a una injusticia o para hacer lo que pueda por mejorar su situación y las de quienes lo necesiten, siempre que esté en mi mano. No es de eso de lo que quería hablar, sino de la hipocresía por un lado y de la naturalidad por otro.

Y es que decir por Twitter que ser lesbiana es lo mejor del mundo queda muy de moderna, de liberal, de hago lo que quiero (con mi pelo) y todo eso. Pero me gustaría ver cuántas de esas mujeres y niñas, sobre todo niñas (me gustaría pensar que las que ya tienen una edad y un par de dedos de frente, sí son consecuentes con sus publicaciones), viven su sexualidad de cara al público de forma tan abierta y visible como dicen hacerlo en sus tweets (y tan abiertas como parecen estar ser). Porque el timeline de Twitter no es tu casa cuando hablas de tus amigas y tus fiestas sólo para chicas. El timeline no es hablar de "tu pareja" en el trabajo en lugar de hablar de tu novia, sin más, sin esconderlo en un eufemismo porque a ti misma te da reparo reconocerlo. El timeline son personas más o menos afines a ti a quienes tú has elegido tener ahí. No son tu familia, tus profesores, tus jefes o la gente que por la calle te va a lanzar miradas e insultos si vas de la mano de otra chica, si besas a tu mujer o si vas a empadronar a tu hijo con dos progenitoras. Eso es lo que me molesta, aunque molestar no sea quizá la palabra correcta. La hipocresía de alzar una bandera multicolor una o dos veces al año porque lo marca el calendario y las redes sociales te presionan a ello (tienes que ser la más cool y escribir el tweet más original) y esconderte luego de tu familia o dudar a la hora de nombrar por su género a la persona a la que quieres (lo cual me parece una falta de respeto tanto hacia esa persona como a ti misma).

Será que a mí no me gusta ir portando una bandera de nada salvo en los momentos en los que, por que la situación lo requiere, tienes que identificarte. En la última manifestación a la que fui me ofrecieron una bandera de un sindicato que luchaba por lo mismo que todos los que estábamos allí pero al que no estoy afiliada. Decliné amablemente la oferta igual que sí acepté portar la arcoíris y la pancarta de Triángulo en mi primera manifestación por el matrimonio igualitario porque, entre el batiburrillo de asociaciones y movimientos que se dieron lugar en aquella marcha colectiva, consideraba necesario enmarcarme dentro del colectivo al que yo representaba en ese momento. Ni más, ni menos.

Porque en mi día a día, ser lesbiana es una parte más de mí misma, igual que ser enfermera en paro, ser lectora empedernida de poemas, ser hermana de un adolescente sobrehormonado o ser coleccionista de chapas. ¿A que no voy por la calle con una bandera que diga "Orgullosa de ser enfermera"? No, y eso no significa que no lo sea. Pero sí puedo aconsejar a esa señora que siempre me encuentro en el supermercado y que hoy tiene un brazo en cabestrillo mal colocado que no favorece a su curación. O a la de la panadería, que hace poco que ha dado a luz, está dando de mamar a su hijo y no sabe que se celebran quedadas y encuentros de familias lactantes que crean una red de apoyo para que no se pierda esta práctica tan saludable. Así es como yo, sin portar ninguna pancarta, hago de agente de salud en mi vida cotidiana.

De la misma forma, cuando escucho a mi abuela expresar algún comentario erróneo sobre la homosexualidad cuando ve en la tele algún ejemplo de ella y le explico, de forma que ella lo pueda entender, cómo es la realidad; o cuando conozco a una nueva amistad y, sin mayores florituras, hablo de mi exnovia en femenino; estoy haciendo que mi homosexualidad sea visible de forma natural. Sin gritos, sin aspavientos. Sin medias cabezas rapadas, sin dejar de lado mi femineidad. Siendo como he sido siempre. Naturalmente.

Por eso, mi tuit para el hashtag de hoy de #HazteVisible ha sido el siguiente:


Estoy harta. Muy harta y muy cansada de que la gente se alce en mi nombre cuando yo no se lo he pedido. De que otras lesbianas me digan que tengo que ser visible y cómo tengo que hacerlo. De que se exija continuamente que las lesbianas "famosas" (ahora entraré más a fondo en ese entrecomillado) salgan del armario. ¿No queremos libertad? ¿Entonces por qué exigirle a nadie que haga nada que no quiere o no está preparado para hacer? ¿Porqué una mujer lesbiana que se dedica a la política tiene que llevar por bandera su orientación sexual cuando, si fuera hetero, nadie le pediría que saliera a decir que lo es? ¿Es que no nos damos cuenta (por usar el plural formalmente aunque no me incluya) de que su trabajo no es ser lesbiana y que con esas peticiones nos estamos olvidando de la libertad de cada individuo de elegir libremente cómo vivir y cómo vivirse?

Que sí... Que ya sabemos que tener referentes es importantísimo y creo que ya escribí sobre eso cuando tuve un rifirrafe tuitero con los de la FELGTB. Pero que yo quiero referentes que hayan dado la cara cuando y cómo lo sentían, no cuando otros se encargaron de ir dando patadas a los armarios. Si no, ya estoy yo para hacer del mejor referente de mí misma.

Porque... ¿Qué personajes lésbicos se os vienen a la cabeza que estén de moda actualmente en España? A mí dos: Nagore Robles y Sofía Cristo. Y creedme, me da urticaria sólo de pensar que esas dos personas puedan representarme en lo más mínimo. ¿Qué puede pensar mi abuela cuando ve esas imágenes promocionales, morbosas y denigrantes de Sálvame con Nagore diciendo lo que está sufriendo por la adicción de Sofía? ¿En serio la juventud admira y adora a una tía que ha reconocido públicamente que es adicta a no sé cuántas sustancias estupefacientes sólo por salir en la tele por ser hija de un difunto maltratador de animales yonki y una vedette? ¿De verdad queréis que a las lesbianas se nos catalogue como carne de reality show a las que lo mismo les da protagonizar peleas y lanzamientos de vasos frente a las cámaras por un tío que ir a una granja a proclamar su amor eterno a otra mujer para luego pasear su relación por todo los platós? ¿Son preguntas muy largas y complicadas o todavía llegamos a lo que quiero decir?

¡¡Yo no soy así!! Y me da muchísima vergüenza y más pena aún que una persona pueda encender la televisión y, siendo ésa la única información que tiene de las lesbianas, llegue a pensar que todas somos de esta manera. ¿Referentes así? NO, GRACIAS.

Por eso, y adelantándome un poco al artículo que he escrito para Lesbicanarias y que saldrá publicado próximamente, te pido a ti, que me estás leyendo, que seas tú misma. Que nadie te diga cuándo salir del armario, cuáles han de ser tus modelos o cómo te tienes que vestir y comportar sólo por el hecho de tener una orientación sexual determinada. Disfruta de ti misma, de lo que eres y de lo que quieras hacer con esta parte más de tu persona, sin olvidarte de que eres un ser compuesto por muchas otras facetas que te enriquecen y te hacen ser como eres. Vive este día como uno más.

Y por hoy os dejo.
Que me están hablando por el Brenda...

Besos con marca.

22 de abril de 2013

Si tú me dices Dorian yo te digo Lori Meyers...

...en esta relación que es tan indiependiente.



"Alguna vez
me pides
que vuelva
que me quieres otra vez
que piensas
decirlo
una y otra vez..."


Besos con marca.

14 de abril de 2013

Mi Santacruz.

"Me rompes por momentos todos los esquemas.
Me dejas aturdido, tú, me desorientas.
Me gustaría verte cambiar, que respiraras,
que me juraras que de verdad hoy nuestro tiempo vuelve a empezar.
¿Por qué no dejas ya de dolerme una vez más?

Cuánto me pesa tu santacruz.
Que quiero ver ya la luz.
Que quiero que me regales tres segundos inmortales,
contándome de tus planes."


¿Sigues sin cogerle el punto a esta canción? ¿Sin saber por qué me gusta tanto? ¿Sin darte cuenta por qué me identifico? ¿No ves que eres mi Santacruz, mi condena y mi salvación, mi hado y mi destino? ¿No entiendes que muero por ti y que sólo tu puedes curarme, que siempre vuelvo a ti y que si estuviera en mi mano ya lo habría dejado todo para estar a tu lado?

Que somos dos enfermos que se curan con los besos
que no nos estamos dando...

(últimamente me ha dado por superponer imágenes, fitetú)

Esto tampoco computa.
Besos con marca.

10 de abril de 2013

Lento, rayo lento.

[22]

"Cada vez más presente.
Como si un rayo raudo
te trajera a mi pecho.
Como un lento, rayo
lento.
Cada vez más ausente.
Como si un tren lejano
recorriera mi cuerpo.
Como si un negro barco
negro."

Miguel Hernández
Cancionero y romancero de ausencias.

Cargándonos las leyes de la física a golpe de caricia, de kilómetros, de veranos y trenes. Porque la polaridad inversa que nos une no es suficiente para ir acortando progresivamente la distancia que nos separa. Imanes humanos amando y enredando. Y te siento cada vez más dentro, a pesar de todo. Y cada vez más lejos, a pesar de todo. Pero ya ves, sé que te gusta que te escriba "esas cosas profundas que escribo yo". Así que aquí me tienes. Como siempre. Como nunca.

(toqueteo de dos imágenes cogidas de deviantArt hecho por mí)

Besos con marca.

5 de abril de 2013

Llámame romántica,

pero me hubiera gustado vernos chocar.
Como me gustan las palabras esdrújulas
y el chocolate de todas las posturas.
El olor a sándalo, los abrazos calientes,
y esa sonrisa que deja ver bien los dientes.
Qué absurdos (pseudo)pareados...


Besos con marca.

entrada inspirada por el vídeo,
merece la pena verlo