Pasada toda la experiencia del viaje al Reino Unido y con los 18 ya cumplidos, decidí mandar una carta a Saber Y Ganar y dejar mis datos en el contestador de Alta Tensión. Eran los dos programas de ese momento a los que tenía ganas de ir y tendría que pasar casi un año para que recibiese la llamada del departamento de castings de Gestmusic, citándome en Sevilla a mediados de septiembre de 2006. Había pasado mi primer año de carrera, con un principio algo difícil pero del que salí con muy buenas notas y con la mejor puntuación de Huelva para ser becaria de una proyecto piloto de Convergencia Europea. No me podía ir mejor. ¿O sí?
En un autocar, me fui con mi madre y un montón de nervios a la capital andaluza. Recuerdo especialmente ese viaje: el manojo de nervios que estábamos hechas, que íbamos casi sin comer, que un tío en el bus no dejaba de tirarse pedos, que se me rompió el pantalón que llevaba puesto... Total, que al llegar al hotel comimos algo, me retoqué el maquillaje como pude y esperé a que me llamasen para entrar. Creo recordar que fue en un hotel grande, cerca del campo del Betis (¿Avda. Eduardo Dato puede ser?) y que había mucha gente esperando para lo mismo que yo.
Llamaban en grupos grandes primero y tenías que rellenar una plantilla con tus datos, descripción, intereses, disponibilidad para grabar y un consentimiento por el que cedes tu imagen para la parte grabada del casting. Porque sí, después de una test cultural de unas cien preguntas, a quienes ellos consideraban que eran más aptos les hacían una prueba de cámara. "El resto, por favor, se puede ir a tomar por culo se puede marchar." Caras de decepción, sorpresa, pena, asco.
En esos tensos minutos de espera para saber si pasas a la segunda fase del casting o no (y como mi madre se piró a fumar a la calle) siempre suelo congeniar con alguien, charlar del programa, de experiencias televisivas previas o de "hay que ver qué calor hace en Sevilla". Pero lo peor para mi gusto es el momento en que reúnen a todo el mundo delante de la puerta que conduce a las cámaras y empiezan a decir nombres. Lo paso fatal en esos instantes y que mi apellido empiece por R no ayuda, ya que siempre soy de las últimas en ser convocadas, igual que cuando haces un examen y el profesor llama por orden alfabético, tú te apellidas Zurbarán y estás deseando vomitar sobre el papel todo lo que te has introducido a presión en el cerebro. Así que os podéis imaginar que cuando escuché a la azafata pronunciar las tres palabras que componen mi nombre y me tuve que abrir paso entre la gente para que me viera (soy pequeña, ¿ok?) aquello ya me supo a triunfo.
Y allí estábamos, un grupito de unos diez o doce que nos sentamos en semicírculo, dejando una cámara donde se cerraría el círculo y con una chica dándonos instrucciones. La prueba de cámara en principio es sencilla. Sólo se trata de decir tu nombre, edad, profesión, ciudad y hablar un poquito sobre ti, tus hobbies y tal para que se vea cómo hablas, cómo te expresas, si estás cuerdo... Con los nervios, a mí se me seca la boca y no sé nunca qué decir. "¿Tengo yo hobbies?" "Ay, madre mía, a ver qué dicen los demás y así me guío un poco..." Tanto para nada, porque al fin y al cabo, cuando te toca a ti y te están enfocando, eres capaz de poner una buena sonrisa y describirte un poco. ¿Habrá algo más fácil que hablar de uno mismo? Además, a los castings siempre se presenta algún friki/excéntrico/payasete que te hace reír y te destensa un poco. (¿Será una estrategia de la propia productora para relajar a la gente? Porque es que en todos los castings grupales que he hecho no ha fallado ni una vez...)
Así que después de hacer tu presentación y ver la de tus compañeros (ahí todavía hay camaradería, luego ya veremos...) la responsable de casting empieza a contar que desde el día siguiente y en un plazo máximo de seis meses, podemos ser llamados para concursar. Que el haber hecho esa prueba no te asegura ir al concurso y que si tras esos seis meses no te han llamado, te puedes volver a presentar. Te dan las gracias, te desean suerte y te mandan para casa con viento fresco. Cuando salí, mi madre estaba por allí charlando con más gente de Huelva que también había ido a lo mismo. Empezó a hacerme preguntas y yo a contarle rápidamente todo lo que había pasado y nos fuimos contentas y aún nerviosillas a Plaza de Armas para coger otro autobús de vuelta a casa.
Me hago un poco de lío con las fechas, pero creo recordar que hice ese casting un dieciséis de septiembre, me llamaron para grabar al poco tiempo y el dos de octubre, coincidiendo con el primer día de clase del segundo año de carrera (de esto sí estoy completamente segura) volé a Barcelona y grabé mi programa de Alta Tensión. Me daba "cosa" perderme la presentación del curso, más aún siendo becaria colaboradora de la experiencia piloto que empezaban los de primero. Pero no podía perderme la oportunidad y después de lo que pasó en aquellos estudios de Sant Joan Despí, no me arrepiento en absoluto.
¿Qué? Que queréis saberlo, ¿no? Pues seguid atentos a próximas entregas de "Concursitis" en VidaDeUnaMariposa.
Besos con marca.
